Temosen

Acerca de la finca

Con unas espléndidas vistas de los roques Nublo y Bentayga, en la Vega de Acusa, en el término municipal de Artenara se encuentra la finca de María Isabel Quintana González, una extensión de 14.500 metros cuadrados que compró hace 25 años y que hace dos empezó a sembrar con cebada. Una cebada cuyas semillas descienden de la cebada aborigen y que se ha cultivado en Gran Canaria, de manera ininterrumpida, desde hace más de 500 años, después de la conquista, hasta la actualidad.  

 Antes de la cebada, Isabel tenía olivos, almendros y otros árboles frutales, pero todo lo arrasó el incendio del verano de 2019, incluidas las tuberías de riego. Fue su hija Guacimara Delgado quien le animó a cultivar cebada y así fue como acudió a Pepe Guedes en Ingenio, a que le vendiera esas semillas de origen centenario. Compró 10 kilos en 2020 y 40 en enero de 2021 a Bernardo de Artenara, ya que se padre conservaba cierta cantidad de estas semillas. En 2020 recogió 100 kilos. A principios de 2021 plantó un total de 150 kilos, por lo que este año ha recogido 1.500 kilos. Dice que se le fue la mano al sembrar y que, en el último trimestre de este año, está pensando sembrar menos o plantar forraje, porque su problema es dar salida a tanta cebada que apenas sabe dónde guardar. La buena cosecha la achaca, a las lluvias que tuvieron lugar el 5 de enero (la borrasca Filomena), que se mantuvo activa varios días y regó notablemente la zona. 

 Su amor por la agricultura lo heredó de sus padres que fueron agricultores, sobre todo de su madre que tiene una finca muy próxima a la suya y con 89 años todavía sigue plantando y recogiendo papas. Isabel recuerda que sus padres tenían cabras. Él trabajó en la construcción hasta los 59 años, pero ayudaba a su madre que hacía “unos quesos buenísimos con la leche de sus cabras”. También sus abuelas, que proceden de Acusa Verde y Acusa Seca, tuvieron relación con la agricultura, en este caso trabajando en una finca de La Aldea con cultivos del tomate. Isabel se crió en la Vega de Acusa y aunque vive en Las Palmas de Gran Canaria, dice que ahora pasa más tiempo en la finca. No siempre se dedicó a la agricultura, como hace ahora. Durante 17 años trabajó en una fábrica de conservas de pescado en Las Palmas de Gran Canaria y durante 21 trabajó en el Servicio Canario de La Salud. 

Calendario de producción

María Isabel Quintana González

Forma de comercialización

Venta directa
Marca
Temosen

Verduras y hortalizas

Cebada y forraje para alimentación animal

 Así las cosas, ahora está en preparar las tierras y tomar una decisión de si plantar para obtener grano o forraje ecológico para animales. Hace dos años, Isabel transformó a ecológica la finca, aunque afirma que a las sementeras “no se les pone absolutamente nada. Es un cultivo ecológico total”.  

 El agua para el riego la obtiene de un estanque regulador que se suministra de la presa de Candelaria “por lo que, si no llueve y la presa se queda sin agua, como ya pasó hace unos 20 años, no tenemos agua, aunque la Comunidad de Regantes de Candelaria está en conversaciones con el Ayuntamiento de Artenara para poder llenar el estanque regulador en caso de sequía”.  

 La cebada no tiene plagas. La única plaga que le afecta son las perdices y las palomas. Los cazadores plantan zonas próximas para que coman ahí e incluso Isabel va a destinar también una parcela a plantar para dar de comer a estas aves y evitar que se coman su cebada. 

 No tiene fácil la comercialización de los 1.500 kilos de cebada. Ha intentado venderla en dos molinos para hacer gofio pero “ellos ya tienen su mercado”. Las únicas ventas que había hecho hasta octubre eran 75 kilos a la cervecería Jaira, “hicieron la compra para probar como fermentaba”, y 25 kilos a un artesano que va a plantar en su finca. “Han sido mis primeras ventas. Espero que la gente nos conozca y que pueda comprar mi cebada que tiene mucha perdurabilidad en el tiempo, la ventaja es que no se estropea”. 

 El proceso de separación de la paja del grano lo hace Isabel sola o con la ayuda de algunos familiares o amigos, en la era comunal que está cercana a la finca y que utilizan otros agricultores además de ella, para trillar. En toda la extensión de la era se amontonan las parvas e Isabel tiene que ir, poco a poco, tomando puñados de cebada que, después de ser trillada, procede a aventar para separar el grano de la paja. Hace una demostración con sus manos y muestra primero como hay que quitar las pajas grandes y después las pequeñas. Para recoger el grano pone una lona que cubre el suelo. Todo el proceso que realiza en la era es absolutamente artesanal.  

 Para aventar y separar la paja del grano debe haber un viento uniforme que ella llama marea. El viento se va llevando la paja y cae el grano por su propio peso. Y nos hace la demostración con sus propias manos. “Es un trabajo enorme, que no se paga con nada. Cuando la gente se ríe porque cobro 2 euros el kilo, no saben lo que cuesta hacerlo. Para hacer gofio o cerveza tiene que pasar el grano por una zaranda (cedazo)”. Isabel recuerda que nuestros antepasados consumían gofio de cebada y hace un llamamiento para que los molinos se animen a moler esta cebada ecológica y a tostarla para conseguir un gofio de cebada ecológica y de kilómetro cero.